Ubicado al lado de Santa María del Mar, este establecimiento ofrece los icónicos postres para llevar y comer al momento.
La crema catalana es una receta que atraviesa los siglos, profundamente arraigada en la cultura gastronómica de Cataluña. Un dulce que permanece en la memoria gustativa de todo un territorio. Un símbolo culinario y, también, el leitmotiv de Sucre Cremat, la nueva tienda que llega para poner en valor la tradición desde la simplicidad y la fidelidad a un producto tan icónico como estos postres.
Abierta este julio en la calle Canvis Vells no2 de Barcelona, junto a la magnífica iglesia de Santa María del Mar del Born, Sucre Cremat es un pequeño establecimiento que, efectivamente, quiere rendir homenaje a la memoria gustativa de los catalanes y catalanas con una propuesta monográfica, sin artificios ni distracciones. Y que quiere, también, acercar a visitantes y extranjeros una pequeña muestra de la cocina catalana más dulce en un formato moderno, divertido y “para llevar”. Porque en Sucre Cremat solo se ofrecen tarritos de crema catalana (de 150 ml y a un precio de 5€) para llevar y saborear al momento o a los pocos minutos, para disfrutar al máximo de la textura crujiente del azúcar recién quemado, mientras deja un increíble olor a caramelo por la calle del Born.
Una portuguesa y un brasileño, los impulsores
La idea de esta tienda monográfica nace de la mano de Mario Quintero y Sofía Fortuna, brasileño y portuguesa de nacimiento respectivamente, pero catalanes de adopción. De hecho, Mario tiene raíces barcelonesas ubicadas, además, en el mismo Born, de donde eran su bisabuela y su abuelo. Un círculo que ahora ambos cierran abriendo este nuevo negocio en el mismo barrio, “una manera, también, de rendir homenaje a la abuela catalana”, subrayan.
Y es que, Sucre Cremat nace, de hecho, desde la sinceridad y con una clara voluntad de rendir más de un tributo. Porque, por encima de todo, quiere ser un auténtico homenaje a la cocina catalana y a una tierra que los enamoró. “Yo llegué a Barcelona en 2008 y me sentí absolutamente cautivada por la ciudad, la cultura y la gastronomía catalanas”, confiesa Sofía.
Un idilio que comparte con su pareja (sentimental y laboral), Mario. Ambos, después de muchos años trabajando en el mundo de la hostelería en Barcelona (forman parte del equipo del Grupo Quibuch, “padre” del restaurante Arcano), sentían la necesidad de crear algo propio que pudiera transmitir esa pasión, y que pudiera también explicar al resto -especialmente a quienes vienen de fuera-, la cultura culinaria catalana, pero de una manera muy sencilla, muy directa y seductora. Y ¡qué mejor que con un dulce como la crema catalana!
“Teníamos claro que debíamos promover el producto local, no solo con lo que vendemos en Sucre Cremat, sino con todo. Desde los ingredientes hasta todos los complementos que ofrecemos. Así, tenemos carquinyolis que traemos de Tarragona de la casa El Cobo, cafés de especialidad que son de Cafès La Finca, incluso los sets de regalo, que son de cerámicas Regàs, de Sant Celoni. También usamos leche y nata catalanas, de Llet Nostra, Ous de l’Estany, de Girona, y Sucre Bo. Todo producto local”, explica Sofía.
Con este nuevísimo local, Sofía y Mario esperan poder ser un referente en la ciudad, y colocar la crema catalana en el lugar que se merece. “Igual que cuando vamos a Lisboa siempre queremos comprar un Pastel de Belém, nos gustaría que todos los que vengan a Barcelona no se vayan sin probar una crema catalana de Sucre Cremat”, añade Sofía.
Sobre la crema catalana
Como toda receta tradicional, la crema catalana también tiene su leyenda. Esta dice que unas monjas quisieron obsequiar a un obispo con un flan, pero como quedó demasiado líquido, improvisaron sirviéndolo como una crema con azúcar encima que quemaron. Cuando lo sirvieron, el obispo exclamó “¡Crema, crema!” —refiriéndose a la temperatura—, y de ahí habría nacido el nombre. Una anécdota deliciosa como la misma crema catalana.
De lo que sí se tienen referencias escritas es de la primera vez que aparece en un escrito: en el siglo XIV, en el Llibre de Sent Soví, una de las obras fundamentales de la cocina medieval catalana. Allí se describe una preparación de leche espesada con yema de huevo y aromatizada con canela. La receta se mantiene viva y evoluciona a lo largo de los siglos, como demuestra el también célebre Llibre del Coch (1520), donde se habla de elaboraciones similares.
Aunque, el nombre de «crema catalana» —o más concretamente «crema de Sant Josep», como también se la conoce— no aparece hasta el siglo XVIII. Es entonces, en pleno barroco culinario, cuando el barón de Maldà la menciona en su diario Calaix de sastre como un dulce habitual para la festividad del 19 de marzo. Y es también en el siglo XVIII cuando se documenta, por primera vez, un elemento que marcará la identidad definitiva del plato: la capa de azúcar quemado encima. El caramelo crujiente, que se funde entre lo crujiente y la dulzura, convierte una crema de apariencia sencilla en una experiencia sensorial completa.
A pesar de su sencillez, o quizás precisamente por ella, la crema catalana ha sabido resistir el paso del tiempo y las modas culinarias. Hoy en día, y tras verla tanto en restaurantes tradicionales como de vanguardia, se ve por primera vez, para llevar y comer al momento.
¿Dónde? En Sucre Cremat, en el Born.
Sucre Cremat, C/Canvis Vells, 2. Barcelona
Horarios: Miércoles, jueves y domingo de 12.30 a 21 h. Viernes y sábado de 12.30 a 22 h.
Lunes y martes, cerrado.
https://www.sucrecremat.com